Vida
Hoy impera la vida, y una fiesta habita en cada respiración.
La alegría no es un
aprendizaje fácil cuando siempre se nos enseñó que la belleza vale la pena, y
sólo si pena, sólo si le ofrecemos a ese dios oscuro su parte del sufrimiento,
de costo. Pero los latidos pulsan aun en
el mayor dolor, la vida tiene una fuerza indestructible, y aunque la muerte sea
algo común, a veces la vida se le ríe, y arma una esperanza aun contra toda
probabilidad, porque el destino y la estadística, ella lo sabe, no tienen nada
que ver.
En los arrabales de lo
humano se conjura a la belleza, para abrir un tiempo nuevo donde por fin la
herida se convierta en cicatriz, y la posibilidad de continuar sea un hecho,
que se descreyó de la sentencia de eternidad del pasado, para poder desplegar
toda la vida sobre el cuerpo mismo.
Entre el dolor y la
esperanza, entre la voz y la palabra, la fantasía recorre dando sentido,
desplegando a un humano mucho más allá
de sí. La fiesta es en cada respiración, en cada instante donde se sostiene la capacidad
de ejercer la palabra y abrir sentidos.
Renunciar a salvar el
alma, para hacerla vivir, algo así decía. Y no se equivocaba.
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