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Purpurina de colores y brillantina sobre el asfalto.
Me siento en el cordón de la vereda a contemplar lo nacido.
Belleza antigua a la que le tomó tiempo darse.
Cuando fui feliz me dijiste que me marcara el caminito, que
dejara alguna huella. Intuiste que ningún camino es solo de ida, que
necesitaría saber de nuevo como llegué hasta acá.
Respondemos a un fuego, él
marca el horizonte. Los caminos del corazón, dice Castaneda.
La retirada en el amanecer; ya no habrán más mails añorando
el regreso. Me despido de mis adioses, de la nostalgia que habité. Ya se acabó
el tiempo de poder ser lo que no fuimos ahí. Somos un tiempo que concluye en un
abrazo; y se parte en dos. Dos tiempos, dos silencios, dos duelos.
Los caminos del corazón, sí, pero el corazón cambia. El
fuego que nos arde nunca es el mismo.
Las huellas que deje marcándome el camino hacia la
felicidad; ya no me sirven. Como siempre, es necesario inventar nuevos caminos.
Dicen que los duelos se hacen en la madrugada, entonces
podemos creer que los nacimientos se dan al amanecer. En todo caso, tenemos un
año más, nuevamente, para preparar otro carnaval. Para preparar otra canción,
que disipe los ecos, y nos permita vibrar en otra nota.
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