Hice un pacto con la alegría

Cada paso, cada instante, nos desnuda en la intención. Todos los días despertamos y armamos un mundo. Generamos emociones, nos movemos para que nos afecten mínimamente las líneas de tristeza. Fluimos en esa corriente intensa que no nos deja despedirnos de lo que fuimos, y nos saca abruptamente de los laberintos.
Llueve y somos la lluvia misma. Amamos y nos transformamos en el amor mismo, y luego nos juntamos a comer y nos transformamos en lo compartido. Somos la fiesta que inventamos entre noche y noche, mientras lavamos la ropa o mientras escuchamos dolores que nos cuentan.
Porque la vida es también su otra cara. Yo ya sólo le pongo la otra mejilla al beso de la alegría, y con la tristeza solo hablo cuando es necesario cambiar el rumbo para encontrar nuevas alegrías.

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