A lo que nos convoca

Entre lo que termina y lo que empieza. Entre lo misterioso de los comienzos, y lo inevitable de ciertos finales. Esta vez algunos nos ahorramos el balance y, acostumbrados a un corazón trashumante, simplemente al amanecer continuamos el viaje. Quedarse en el duelo una vez terminada la noche era “injuriar a la belleza” de las posibilidades nacientes. 

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