Diálogos

Que lindos que son los momentos en donde me permito la duda, en donde me permito prescindir de la certeza.

Momentos en donde me reconozco a mi misma como un puerto de partida, y no de llegada.

En donde le doy lugar al juego, a la relatividad.

Momentos en donde se cruzan las palabras y las miradas propias, en donde los saberes se preguntan a sí mismos.

Donde respiro profundo, y camino un doble transito: el de la certeza hacia la pregunta, y el del miedo hacia la curiosidad, y el valor para verme y tolerar-me en lo que no me gusta (siempre hay tiempo de cambiar, pero esta bueno tomarse un impasse y detenerse un rato en eso que molesta).  

Tengo un par de verdades, que tienen algo de certezas y algo de dudas. Verdades que a veces se contradicen, y a veces se condicen.

A veces pareciera, que mas que transitar en el mundo exterior, transito sobre mí misma.
Y no porque este ensimismada, sino porque aun conectada con el mundo, la mirada y la pregunta van hacia adentro. Pareciera ir hacia el otro, pero no...  Pocas veces eso es real.

Soy mi propio enigma y mi propia respuesta. Soy mi propia respuesta y mi propia pregunta. Soy mi propia pregunta y mi propia certeza. Mi propia certeza y mi propia duda. Mi propia duda y mi propia esperanza. Mi propia esperanza y mi propio juego.
Y no siempre esto es coherente entre sí. Y de lo que de esta melange resulta, hay una pregunta hacia afuera. Que es el enigma, la respuesta, la pregunta, la certeza, la duda, la esperanza y el juego, CON EL OTRO.

El otro que me dice, y al que a la vez yo digo.

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