De mil amores

La vida es muy bella para enroscarse, y encima mal, con ciertas cosas. Hay miles de personas y una hermosa vida que vivir. Se entiende así, que la mayoría de las cosas que producen dolor, en el fondo no valen la pena.

Esa idea cristiana de que el placer se paga con dolor, el cielo con castigo, no me parece un buen negocio.
Por eso hace rato que decidí no morir mas de amor, ni de pena. (No me pidas que muera de amor, lo que queda de mi se subasta a un mejor postor, canta Sabina). Hay que pasar de todo, porque ni siquiera una experiencia servirá para después, porque todas son distintas, y cada experiencia nos pide algo nuevo de nosotros.

Realmente, entender esto me permitió llorar en el momento, pero seguir al toque, y bien. Dejar a cada amor donde se quedo. Y a otra cosa.

Y con amores no me refiero únicamente a una pareja, sino a todo: el amor a las cosas, a las situaciones, a los proyectos, y etc. Todo cambia o desaparece. Como sea, a cualquiera de las dos opciones, debemos adaptarnos, y seguir. Es la única forma de encontrar nuevas bellezas permanentemente. De lo contrario, solo nos quedamos anclados en el dolor de una experiencia, y así no se crece.

Hoy, soy feliz. Muy feliz.