Fugacidad

Perdiendo las oportunidades a cuentagotas.
Una por una
se van de la mano.
Haber hablado a tiempo…
¿a donde van las palabras que no se dijeron?, se pregunta Silvio
A ninguna parte. No se van. Se quedan clavadas en el pecho
O en el peor de los casos
la metáfora  desciende al polvo del que supo surgir
y entonces esas palabras se hacen carne.

Somos fugacidad, no debiera cabernos tanta nostalgia.
Pero también somos humanos, y allí a veces el miedo manda.
Luego, ante lo perdido por mérito propio
Las cuentas, sin ajuste
Los fantasmas, el murmullo permanente.

Hay que despabilarse, que la vida sigue, me recuerdo.
Ya amanece. Y soy fugacidad.
Clarea el cielo, el pasado inasible se desliza de las manos de la voluntad

Y yo empiezo a pensar, que no quiero ser una fugacidad que se repite  24 veces por segundo.

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